El FINAL DEL SAMURAI
Primera parte
Llegamos al final de esta hermosa historia de un viejo Samurai y su hijo Kan
- Padre, tengo una duda que me atormenta –Se sinceró Kan – antes no te la quise decir porque hoy es un día de dicha. Pero no concuerda con lo que me acabas de decir.
- ¿Si hijo?
- Ayer conté a mis amigos del pueblo que me iba a convertir en Samurai, que aprendería los secretos de nuestro arte y que me convertiría en el tipo de guerrero más poderoso que existe – los ojos de Kan se clavaron en el crujiente fuego – y los otros niños se rieron de mí, me dijeron que era un blandengue, que todo eran mentiras y que tuviera cuidado porque lo más seguro es que me dieran una paliza los verdaderos Samurais por mentiroso, y que luego me echarían a la hoguera. ¿He de ser generoso también con esos niños padre?
- Hijo…
Una sonrisa de comprensión surcaba los labios
del viejo Samurai, a él le había pasado lo mismo
en su juventud y sabía que las mismas personas
que hoy criticaban y ridiculizaban a su hijo,
mañana serían sus más fervientes admiradores por
su valentía y coraje – Hay una forma muy fácil
de evitar las críticas…
- ¿Cuál es padre? – Preguntó entusiasmado Kan
- Simplemente no seas nada y no hagas nada, consigue un trabajo de barrendero y mata tu ambición. Es un remedio que nunca falla.
- ¡Pero padre! Eso no es lo que yo quiero, yo quiero ser fuerte y poderoso como tú, tengo aspiraciones y sueños que quiero cumplir en la vida. Y sólo tengo esta vida para hacer esos sueños realidad ¿Cómo me pides que haga eso?
- Entonces Kan, ten mucho cuidado con los ladrones de sueños – dijo Kazo misterioso.
- ¿Los ladrones de sueños? – El niño Samurai miró temeroso a su alrededor - ¿Qué son? ¿Demonios de la noche? ¿Duendes malignos? ¿Seres tenebrosos?
- No hijo, son tus amigos y las personas cercanas a ti – Los ojos de su hijo lo miraban con una expresión triste, como si le acabara de caer el mundo encima- No te preocupes, sólo son amigos tuyos, mal informados que quieren protegerte, quieren todo el bien para ti y que no sufras, por eso intentarán detenerte en todos los proyectos que hagas, para evitar que fracases y te hagas daño.
- Pero entonces son como los fantasmas del miedo y del fracaso, quieren mi bien y sin embargo me infringen el mayor daño que puede existir: robarme mis sueños, mis ambiciones y por tanto las más poderosas armas que tengo para alcanzar lo que yo quiero. Si nunca lo intento… nunca lo conseguiré. Es cierto que si lo intento puedo fracasar, sin embargo también puedo tener éxito y conseguir lo que yo quiero!
- Eso es hijo y además, sin quererlo, acabas de descubrir tus tres armas más poderosas.
- ¡Cuáles! Dímelo – su ilusión ante la perspectiva de tener más armas era enorme.
- La primera el Entusiasmo, si crees en lo que haces y de verdad te gusta podrás conseguirlo todo y debes creerlo con todos los vestigios de tu ser.
Kan asintió con la cabeza temeroso de interrumpir a su padre.
- La segunda ¡El empuje! Has de aprender y trabajar, aprender y trabajar y después… enseñar, aprender y trabajar. Sólo con el trabajo conseguirás tus objetivos. Si pretendes aprovecharte de la gente sólo encontrarás el fracaso, sin embargo, si trabajas con honor, en equipo y siempre intentas superarte… no habrá nada que pueda pararte.
Kan posó la mano en su corazón y se prometió a si mismo, en absoluto silencio que siempre trabajará con honor y que nade le pararía.
- Y tercero la Constancia – los ojos de Kan preguntaban a su padre que era la constancia, acaso no era lo mismo que el empuje
– la constancia hijo mío, es la capacidad de aguantar en los tiempos duros y seguir trabajando para que vengan los tiempos buenos, la constancia es el Arte de Continuar siempre! Tú ahora acabas de empezar y mañana empezarás a practicar con los Samurais.
Al principio, después de cada entrenamiento, te dolerán los músculos y estarás cansado, tendrás ganas de abandonarlo todo porque pensarás que esto es demasiado duro para ti. Pero si eres Constante y continúas aprendiendo y practicando, poco a poco tu cuerpo se irá adaptando y desarrollando, así como tu mente. Y verás como cada vez las cosas te resultarán más fáciles y obtendrás más resultados y más fácilmente. Los comienzos son siempre duros hijo, y sólo si eres Constante tendrás el éxito asegurado.
Kazo vio como su joven hijo asentía medio dormido. Ya era tarde y hoy había aprendido más que en toda su vida. El viejo Samurai cogió a su joven hijo y ahora aprendiz de su arte en sus brazos levantándolo, a pesar de su avanzada edad, como si de una pluma se tratara. Su hijo le susurró algo al oído como “gracias papá” antes de quedarse dormido.
El general de generales se preguntó si realmente su hijo seguiría al pie de la letra todos los consejos que hoy había aprendido. Sabía que si así lo hacía llegaría aun más alto de lo que él, general de generales, había logrado.
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